El video, a diferencia del estilo, no tiene fecha de caducidad. En el ámbito digital, los contenidos sobre tatuajes se han hecho virales durante la pandemia, un periodo definido por el acceso limitado a salones de belleza y estilistas. El entusiasmo en internet por estos estilos hizo que la demanda aumentara en Los Ángeles, una ciudad llena de artistas e influentes en busca de protagonismo.
Reina DeMoss, colorista especializada en cabello punk, considera que el tatuaje capilar es una actualización para la “era del internet” del peinado básico de una subcultura en concreto. Se remonta a los estilos punk británico y estadounidense de finales de la década de 1970 y principios de la década de 1980, cuando las prácticas de belleza extremas florecieron tras la devastación económica y el malestar social.“El corte de cabello es una forma de rebelión y de desconexión de la política, la sociedad o el trabajo de oficina”, dice DeMoss. “Andar con una cabeza casi calva es una declaración, pero añadirle arte, técnica y significado lo eleva completamente a otro nivel”. Con tintes vivos y diseños esculpidos a máquina, el tatuaje capilar vuelve a imaginar el corte de pelo minimalista y autoritario como un lienzo para el adorno máximo y la expresión individualizada.
Las reacciones de los desconocidos fueron abrumadoramente positivas, quizá porque, según ella, “hoy en día vemos menos cosas, incluidas las caras y las personas, lo que nos hace apreciar más los pequeños detalles”.
Los peinados de inspiración punk no siempre fueron tan bien recibidos. La estilista Kimberly Ibbotson, de 27 años, especializada en colores vivos, recuerda que en su adolescencia fue víctima de acoso por adoptar tonos poco tradicionales. Según Ibbotson, la tolerancia a las prácticas de belleza alternativas, como los tatuajes en el pelo, es mucho mayor ahora.
“Creo que mucha gente no se arriesgaba por temor a lo que pudieran pensar los demás”, afirma. Pero en la actualidad, el cabello de colores vivos es “universalmente aceptado”, dijo. “La gente de hoy es mucho más dueña de sí misma”.
Las actitudes hacia el cuidado del cabello de los hombres también han cambiado significativamente, dando lugar a una creciente población de hombres interesados en estilos más andróginos o experimentales, como los tatuajes para el cabello.
“Los barberos se están metiendo en esto porque ven el potencial que tiene no solo como actividad creativa, sino como una oportunidad económica”, dice Ibbotson.
Julio Arriola, conocido como César y colaborador de Ibbotson, es un barbero que ha aprovechado ese potencial. Es tatuador de cabello y propietario de All Hail Studio, que se inspira en el pionero Dennis Rodman, la exestrella del baloncesto, y atiende sobre todo a una clientela masculina del mundo de la moda urbana y el hiphop.
Arriola cobra una tarifa fija de 1000 dólares por tatuajes de pelo que le llevan más de cuatro horas; algunas de sus intrincadas obras de arte tardan hasta ocho horas en completarse. (La tarifa de Arriola es más del doble de la norma del sector, que es de unos 400 dólares por un tatuaje capilar de cuatro horas).
“Todo el mundo piensa que estamos locos por hacerlo, pero eso es lo mejor de todo”, dice.
Arriola dice que sus clientes suelen hacerse tatuajes en el pelo para marcar una ocasión especial. “Para los hombres, el color del pelo es una forma de reivindicar su identidad”, dijo. “Cada vez que alguien se sienta en mi silla, se le da la oportunidad de reinventarse”. Uno de los clientes habituales de Arriola, Jordan Brent, director creativo de 30 años, describió su motivación en una entrevista telefónica: “El tinte me hace sentir menos invisible”.
Jessica Jewel, una colorista que ha colaborado recientemente con la barbera Charli Böll para crear tatuajes capilares para la actriz Ruby Rose y la rapera Saweetie, describió a su clientela de tatuajes capilares como “gente atrevida y fuera de serie que no tiene miedo de exponerse y de que la miren”. Y aunque Los Ángeles es un conocido centro de tatuajes capilares, tanto Jewel como Böll se apresuraron a aclarar que estos estilos se recrean y se llevan en todo el mundo.
“La pandemia ha dado rienda suelta a las habilidades artísticas de la gente”, dijo Böll. “La gente está pintando en cualquier cosa ahora, incluyendo las cabezas. Ha convertido a todo el mundo en peluquero”.