Publicado por: Paúl Miguel Ortega González, en Apr 05, 2021
¿Estás pensando en hacerte un tatuaje? Antes de dar el gran paso conviene estar bien informada, por eso te damos algunas pautas para hacerte tatuajes sin riesgos y te explicamos en qué casos se desaconsejan.
Clásicos tatuajes para el tobillo hasta aquellos para parejas que los han convertido en una nueva forma de sustituir a las alianzas matrimoniales. Sin embargo, antes de lanzarnos, no está de más conocer todas las pautas necesarias para poder realizarnos tatuajes sin riesgos. ¿Tu piel es la adecuada? ¿Sabrías identificar si un tatuaje se ha infectado? Te damos algunas claves para que estés informada.
Al contrario de lo que pensemos, no todas las personas pueden hacerse un tatuaje. Hay algunos casos en los que estaría contraindicado, ya que se podrían producir ciertos riesgos. Es el caso de las personas que:
- No tienen las vacunas al día (especialmente las de la hepatitis y el tétanos).
- Tienen el sistema inmunitario debilitado.
- Personas que padecen enfermedades cutáneas.
- Aquellas que padecen diabetes.
- Tienen tendencia a sufrir cicatrices queloides (grandes cicatrices con aspecto abultado).
- Mujeres embarazadas.
Los tatuajes tienen riesgo de infectarse al tratarse de una herida sobre la piel. La primera pauta para evitarlo es acudir siempre a un lugar que cuente con todas las garantías sanitarias y administrativas, pero incluso en este caso es posible que se dé una infección.
Los síntomas de un tatuaje infectado son:
- Sangrado contínuo.
- La zona tiene pus.
- Supuración.
- Cambios en el color de la piel alrededor del tatuaje.
- Enrojecimiento.
- Sensibilidad excesiva.
- Mal olor.
En estos casos conviene acudir a un médico cuanto antes para que valore la situación y evite que la infección cutánea se extienda a otras partes del cuerpo.
Al margen de estas infecciones locales, en lugares donde no haya un control sanitario adecuado, el tatuaje puede implicar la transmisión de infecciones víricas, como el herpes simple, o de otras mucho más graves, como la hepatitis, la tuberculosis o el VIH.